martes, 5 de agosto de 2014
La atracción gravitatoria de la Luna sobre la Tierra hace subir el nivel del océano a ambos lados de nuestro planeta y crea así dos abultamientos. A medida que la Tierra gira de oeste a este, estos dos bultos (de los cuales uno mira siempre hacia la Luna y el otro en dirección contraria) se desplazan de este a oeste alrededor de la superficie de Tierra.
Al efectuar este desplazamiento, los dos bultos rozan contra el fondo de los mares poco profundos como el de Bering o el de Irlanda. Tal rozamiento convierte energía de rotación en calor, y este consumo de la energía de rotación terrestre hace que el movimiento de rotación de la Tierra alrededor de su eje vaya disminuyendo poco a poco. Las marcas actúan como un freno sobre la rotación de la Tierra, y como consecuencia de ello los días terrestres se van alargando un segundo cada mil años.
Pero no es sólo el agua del océano lo que sube de nivel en respuesta a la gravedad lunar. La corteza sólida de la Tierra también acusa el efecto, aunque en medida menos notable. El resultado son dos pequeños abultamientos rocosos que van girando alrededor de la Tierra, el uno mirando hacia la Luna y el otro en la cara opuesta de nuestro planeta.
Durante este desplazamiento, el rozamiento de una capa rocosa contra otra va minando también la energía de rotación terrestre. Los bultos, claro, no se mueven físicamente alrededor del planeta, sino que, a medida que este gira, remiten en un lugar y se forman en otro, según qué porciones de la superficie pasen por debajo de la Luna.
La Luna no tiene mares ni mareas en el sentido corriente. Sin embargo, la corteza sólida de la Luna acusa la fuerza gravitatoria de la Tierra, y no hay que olvidar que ésta es ochenta veces más grande que la de la Luna. El abultamiento provocado en la superficie lunar es mucho mayor que el de la superficie terrestre. Por tanto, si la Luna rotase en un período de veinticuatro horas, estaría sometida a un rozamiento muchísimo mayor que la Tierra. Además, como nuestro satélite tiene una masa mucho menor que la Tierra, su energía total de rotación sería ya de entrada, para períodos de rotación iguales, mucho menor.
Así, pues, la Luna, con una reserva inicial de energía muy pequeña, socavada rápidamente por los grandes bultos provocados por la Tierra, tuvo que sufrir una disminución relativamente rápida de su período de rotación. Hace seguramente muchos millones de años debió de decelerarse hasta el punto de que el día lunar se igualó con el mes lunar. De ahí en adelante, la Luna siempre mostraría la misma cara hacia la Tierra.
Esto, a su vez, congela los abultamientos en una posición fija. Uno de ellos mira hacia la Tierra desde el centro mismo de la cara lunar que nosotros vemos, mientras que el otro apunta en la dirección contraria desde el centro mismo de la cara que no vemos.
Puesto que las dos caras no cambian de posición a medida que la Luna gira alrededor de la Tierra, los bultos no experimentan ningún nuevo cambio ni tampoco se produce rozamiento alguno que altere el período de rotación del satélite. La Luna continuará mostrándonos la misma cara indefinidamente; lo cual, como veis, no es ninguna coincidencia, sino consecuencia inevitable de la gravitación y del rozamiento.
La Luna es un caso relativamente simple. En ciertas condiciones, el rozamiento debido a las mareas puede dar lugar a condiciones de estabilidad más complicadas. Durante unos ochenta años, por ejemplo, se pensó que Mercurio (el planeta más cercano al Sol y el más afectado por la gravedad solar) ofrecía siempre la misma cara al Sol, por el mismo motivo que la Luna ofrece siempre la misma cara a la Tierra. Pero se ha comprobado que, en el caso de Mercurio, los efectos del rozamiento producen un período estable de rotación de 58 días, que es justamente dos tercios de los 88 días que constituyen el período de revolución de Mercurio alrededor del Sol.
a importancia de la Luna en la formación de la Tierra
Al encontrarse la Luna tan cerca de la Tierra, la fuerza de marea que ejercía el satélite sobre el planeta era también mucho más intensa, llegando incluso a afectar los océanos de magma. El intenso efecto de la Luna funcionó como una fuente de calor para la Tierra, proporcionando energía extra en el calentamiento de los diferentes elementos radiactivos presentes en nuestro temprano planeta e influyendo en las formaciones geológicas del mismo.
Durante millones de años, la Tierra (al igual que la Luna y el resto del Sistema Solar) fue constantemente bombardeada por todo tipo de asteroides. Nuestro planeta, tanto por su tamaño como por su mayor fuerza de gravedad, fue azotada con mayor frecuencia y hoy la Luna nos brinda clara evidencia de aquello.
Así, la Luna es también un importantísimo objeto de estudio. Según señala Bernard Froig, la investigación de la Luna podría brindarnos toda clase de datos de enorme interés, por ejemplo materiales, fragmentos y distintos elementos de la antigua Tierra. Ello se debería a que durante estos bombardeos, varios fragmentos de nuestro planeta se desprendieron y luego chocaron contra la Luna quedándose allí. Bernard sostiene que se podrían encontrar todo tipo de compuestos orgánicos capaces de contarnos mucho sobre la historia de la Tierra y que hasta se podrían encontrar allí fósiles preservados de antiquísimas formas de vida.
¿Qué pasaría en la Tierra si no existiera la Luna?
La ausencia de la llamada fuerza de marea sería una de las responsables de los cambios más significativos. La Luna afecta al material líquido del planeta y como todos sabemos, en especial la actividad de los océanos y las corrientes marítimas. Sin embargo, la corteza de nuestro planeta también se ve afectada por la actividad lunar, lo mismo con el clima. Esta fuerza brinda también un calentamiento significativo en la Tierra, disipa energía y actúa en el movimiento de las placas tectónicas.
Si la Luna repentinamente desapareciera, la altitud global y las corrientes de los océanos se modificarían considerablemente. El agua de estos se redistribuiría y tomaría dirección hacia los polos, lo que provocaría diversos problemas. En relación con el movimiento de la Tierra, también la Luna tendría un papel fundamental ya que la ayuda a estabilizarse y a mantenerse con el mismo movimiento mediante su influencia gravitacional.
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